Todo lo que nos rodea en el mundo tiene una energía, desde lo que comes, tu casa, el centro comercial donde compras, la persona con la que hablas, la naturaleza, etc. Todo es energía y tú eres el resultado de por dónde te mueves, qué comes, con quién te relacionas y hasta la mesa donde comes tiene una energía propia de quién la ha usado, en qué sitio ha estado y qué risas o lágrimas ha presenciado. Todo se queda ahí.
Tu estado mental es producto, sobre todo, de dos cosas:
- Cómo vives tus relaciones: si te diviertes o si te sientes querido en tu vida. ¿Has probado a comer algo que sabes que te sienta mal con gente con la que te ríes y estás a gusto? Te sorprenderá ver cómo esa comida con esa gente te sienta bien. Prueba a tener la misma comida con una situación de tensión. No te sentará bien.
- Lo que comes: la comida animal como la carne, los lácteos, los huevos, la miel trae su energía a ti. Si el animal ha estado deprimido desde su nacimiento por vivir encarcelado, apaleado, arrancado de tu madre, hormonado y medicado, ¿qué crees que vas a comer tú? Esa misma energía. Lo mismo pasa con otro tipo de “alimento” como el alcohol. El alcohol tiene una energía yin (expansiva) muy extrema que hace que tu humor sea extremo y con muchos altibajos. Hoy te quiero y mañana te odio.
Tu estilo de vida, tu orden para comer, dormir, estar en contacto con la naturaleza, comer sano y saber gestionar las relaciones y el estrés, todo ello te influirá en ese estado mental y emocional que tengas.
Según Bruce Lipton, biólogo celular estadounidense, “Se necesita algo más que «pensamientos positivos» para mantener el control de tu cuerpo y de tu vida. Es importante para tu salud y tu bienestar que cambies tu forma de pensar y te concentres en los pensamientos vitales y positivos, además de eliminar los siempre presentes y extenuantes pensamientos negativos”.
Dicho así parece fácil pero no lo es. De hecho, decirle a una persona con depresión que sea positiva, suele crear un estado defensivo y malestar bastante importante. No sólo porque todo lo ven negativo, si no porque tampoco ven salida a su problema. Y es que es muy difícil cambiar esa forma de ver la vida si no se cambia la alimentación procesada por una saludable e antiinflamatoria que te ayude a relajar el sistema nervioso, a desinflamar todo el cuerpo y sobre todo, a desinflamar el cerebro.
Cuando una persona bebe o come demasiado azúcar refinado (o blanco, que es lo mismo), se produce una neuroinflamación en el cerebro (la corteza prefrontal y el hipocampo) de la persona y del feto si está embarazada. Esto provoca una serie de problemas como la falta de memoria, los altibajos extremos de humor y la dificultad para el aprendizaje. Todo ello será más o menos grave y a largo plazo dependiendo de otros factores como la regularidad en su consumo, la gestión del estrés, la dieta en general y la satisfacción en la vida que el sujeto tenga.
El consumo de alcohol extremo en un día ocasional, simplemente nos muestra un ejemplo de lo que esto puede hacer en nuestra mente. Con una alimentación procesada, tenemos este efecto en menor medida en comparación con un día de beber en exceso. Podemos ver la vida negativa y con recelo volviéndonos más pesimistas, impacientes, nerviosos y sobre todo, desconfiados y tozudos cuando tenemos una alimentación llena de sustancias químicas, conservantes, azúcar y procesados.
Si nos volvemos tan desconfiados y negativos, nos va a resultar muy difícil cambiar a un pensamiento positivo como nos dice Bruce Lipton. De ahí, que tengamos que acompañarlo de una alimentación que nos desinflame el cerebro, nos alivie pequeñas dolencias, nos ayude a dormir y a estar más tranquilos.
Cuando tenemos algún trauma que queremos gestionar y comenzamos sesiones de psicoterapia, es recomendable empezar primero con una alimentación que te equilibre energéticamente para poder afrontar lo que hablarás en las sesiones y que te ayude a dejar ir esas ideas limitantes o falsas creencias que te mantienen sumido en la depresión, de manera que estés más relajado, con una mente abierta a otras ideas que nunca antes te habías planteado y te resulte más fácil soltar esa idea que no te deja vivir.
Recuerdo una historia que me contó un profesor mio de Macrobiótica, Simon Brown, que me ha ayudado mucho a lo largo de los años.
Me dijo, “imagínate que ves una manzana en un agujero de un árbol. Esa manzana representa la justicia. Si metes la mano, puedes alcanzar la manzana pero no puedes sacar la mano con la manzana. No sale por ahí y en el esfuerzo de sacarla, te estás haciendo daño continuamente.
¿Qué prefieres, sacar la mano, dejar de hacerte daño y dejar la manzana ahí (la justicia) o seguir intentándolo toda tu vida y seguir sufriendo?”
Yo lo tengo claro. Hay que saber elegir las batallas, aceptar lo que no tiene remedio y sólo lo luchas por una cuestión de ego. Tu ego te dice que tienes que tener razón y en esa lucha, te cansas, te desgastas, lloras, rabias y pataleas. Una pérdida de tiempo, ¿no crees?
El perdón, la aceptación y la satisfacción de hacer lo correcto, hagan los demás lo que hagan, te puede ayudar a esa felicidad que todos ansiamos.
La mente nos gobierna más de lo que debería. Es como el timón del cuerpo y personalidad. Tratar de que baje el ritmo, que piense menos o que no piense lo que nos daña, a veces es misión imposible.
El ejercicio físico ayuda pero la respiración consciente por la nariz es mucho más efectiva, junto con un estilo de vida saludable.
Aquí te dejo algunos consejos para esa paz mental:
- Alimentación antiinflamatoria
- Evita el azúcar (esto siempre merece un punto destacado!). Sigue mi protocolo para dejarlo definitivamente sin renunciar al dulce.
- Alimentación equilibrada energéticamente (en este punto es donde falla la mayoría de la gente y yo te puedo ayudar).Cuida el yin/yang de la comida.
- Mantenerte activo
- Aprende a respirar, haz estiramientos de yoga
- Medita, calma tu cuerpo y mente
Si quieres cómo organizarte para conseguir todo esto, llámame.